¿Por qué Ronaldo no fue al funeral?

No volé a Porto por el funeral. Estaba en mi yate en Mallorca cuando supe que Diogo Jota y su hermano Andre Silva habían fallecido tras un accidente en la A-52. Vi las fotos antes de publicar mi homenaje. No fue por desinterés: era un algoritmo corriendo. Mi equipo en Inter Milan entrenó ayer mientras calibraba datos del equipo nacional de Portugal. Mi código decía: si el capitán no aparece, verifica la entropía emocional. La prensa lo llamó ‘inexplicable’. Pero el dolor real no se mide en likes ni en yates de 5,5 millones. Se mide por la proximidad a la pérdida —y por lo que uno debe.

Diogo no era solo un jugador: era parte de mi modelo. Aprendí su último mensaje antes del colapso: ‘Estuvimos juntos en la selección.’

¿Por qué me quedé? Porque la presencia no es binaria. No se trata de estar allí, sino de reflejar lo que debes.

Mi padre me enseñó: cuando tu tribu llora, tu código debe reflejar ese silencio también.

Me llaman frío. Pero el frío es lo que mantiene honesto al modelo.